Colecho

Estoy orgullosa de haber hecho colecho con mis dos hijos y por haberles mantenido la lactancia materna de forma prolongada. Todo ello porque me he encontrado con una serie de condiciones favorables, pues no siempre se dispone de ellas.

Al principio fue difícil y no porque no estuviera convencida de ello, sino porque sinceramente para mí...la generación Estivill sólo ve válido su método...y te lo intenta inculcar desde el principio...aunque no esté refutado por estudios...

 Y no sólo es su libro... Duérmete, niño....Son los cuentos que parecen decirte desde su voz chiquitita:
- Qué se acueste ya en su cama. ¡Qué es muy mayor!
Es el caso del cuento ¡Mamá, quiero dormir en tu cama!

¿No se dan cuenta de que esa decisión es nuestra?





Hace unos cuatro años, una amiga,  al saber que mi niña dormía con nosotros, me dijo que no pasaba nada... que con 20 años no iba a estar durmiendo todavia en nuestra cama.

Y tenía toda la razón del mundo. Los dos han estado en nuestra cama hasta los dos años aproximadamente y se han ido porque han querido, porque les hemos preguntado si querían irse a su cama  y han dicho que sí emocionados. Esta respuesta no fue a la primera,  pero fue el resultado de varias preguntas espaciadas en el tiempo y formuladas desde el respeto.


Hace poco, le tocó a mi niña el cuento de Malina Pies Fríos en la biblioteca viajera y fue un cuento que al principio te deja fría, como los pies de la pequeña protagonista. Sin embargo, al ir avanzando te vas llenando de emociones bonitas y una justificación natural  del colecho.

Menos mal que Carlos González dió luz a las noches de Estivill con sus frases: